Esa niña, aquella, de los ojos claros
la que llaman Malva,
la de pies desnudos, y a veces sangrando,
no tiene apellido.
Entre los cartones donde ella ha nacido
nunca sobra nada,
y menos monedas para un colectivo,
y...
no la anotaron.
La madre...
la madre ha buscado,
entre los recuerdos,
unos ojos claros,
unos ojos claros o algo parecido.
Pero tan oscuro siempre fue el amor.
Sólo por las noches se le han acercado
siempre atropellados
buscando el favor,
y luego se fueron
como habían llegado,
siempre apresurados,
Y esa niña, aquella,
la que llaman Malva,
la de pies desnudos y sin apellido,
a todos nos mira, como preguntando:
¿Estos ojos claros,
estos ojos claros
de donde han venido?
Don Ramón de Almagro
la de pies desnudos, y a veces sangrando,
no tiene apellido.
Entre los cartones donde ella ha nacido
nunca sobra nada,
y menos monedas para un colectivo,
y...
no la anotaron.
La madre...
la madre ha buscado,
entre los recuerdos,
unos ojos claros,
unos ojos claros o algo parecido.
Pero tan oscuro siempre fue el amor.
Sólo por las noches se le han acercado
siempre atropellados
buscando el favor,
y luego se fueron
como habían llegado,
siempre apresurados,
Y esa niña, aquella,
la que llaman Malva,
la de pies desnudos y sin apellido,
a todos nos mira, como preguntando:
¿Estos ojos claros,
estos ojos claros
de donde han venido?
Don Ramón de Almagro
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